Midas
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Todo lo que tocaba el Rey Midas se convertía en oro, lo cuál estaba bueno, hasta que se enamoró, y todos sabemos que una mujer de oro no puede cocinar ni planchar ni limpiar, así que Midas se vio en una encrucijada: adorarla desde lejos, o tocarla y arruinarlo todo. Por suerte, había una solución para el Rey: bañarse en el río y así volver a ser normal y disfrutar del verdadero tesoro.